Fue una noche de comida internacional, pero del lado equivocado del mundo.
Finalmente llegó el sábado. Hacía rato que lo esperaba con cierta ansiedad. Y no es para menos. Desde entonces, mi familia (o su parte conocida por mí) se acrecentó en número.
Finalmente conocí a dos de mis primos holandeses: Chantana (23) y Remco (20). Después de dos generaciones (fueron mis abuelos Gomes quienes emigraron a la Argentina) se produce el reencuentro.
Empecé por ellos, los más cercanos a mí en edad y geografía. Después de unas cervecitas en el centro, enfilamos para casa. Mate va mate viene... (sisi, los hice probar y hasta me dijeron que les gustó...)


Y hay mucha más gente por conocer. Ya prometí hacer un asado en Voothuizen en Junio, en la casa de Diana, la mamá de Chantana.
Esta vez, espero no terminar en lo de los chinos.
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